domingo, 1 de febrero de 2009

XXII. Sángrame, rómpeme, chúpame y tírame por la ventana (y II).

solía sentarme en la terraza esperando la llegada de dios
- no llovía, pero recuerdo charcos de helado en los tejados -
cualquiera hubiese visto un fusil resbaladizo de sudor bajo mi sobaco pero eso también era invisible para ellos - ¿he dicho ya que era verano? -
no había posibilidad de estar en regiones menos húmedas pero tenía una podrida imaginación de marqués
podía estar donde quisiera
todo eso mientras esperaba la indicación de dios su implicación en los hechos
- mis piernas temblaban como la noche como tiembla el pestillo del cuarto de baño cuando tienes trece años como tiembla la beata cuando el párroco posa la hostia sobre su lengua de color ceniza -
pero ese estallido magistral no llegaba y la noche oscurecía mi sombra

no era consciente todavía de mis sueños de aniquilación sistemática ni tenía suficientes conocimientos de pólvora casera
sólo tentativas calladas viajes en el potro de lo posible y poros abiertos expulsando lentamente un viscoso deseo cálido como el abrazo de un mar orinado
- era agosto que viene a ser como julio pero peor -
y venía a mi ventana una constelación de cuerpos a los que podía atar por las muñecas y los tobillos y colgar del techo
¡podía estar donde quisiera!
y obligarles a quererme según lo acordado
¡tenemos todo el tiempo del mundo!
como se obliga a una civilización entera a pasar por el detector de metales
- ¿he dicho ya que hacía un calor de cojones? –

cuántas conquistas ignorantes deliciosas
el baúl preescolar empapelado con lo que la memoria dejó en uno de sus márgenes ya sólo contenía un arsenal de destrucción
como si de un abono sólo comparable a la mierda monárquica no surgiese más que el puñal que toda gente de bien en el vaho de su aburrimiento quiere ver danzando sobre su histérica barriga
- sudar de placer es lo mismo que llorar un ejercicio muy limpio -
qué quería con todas esas bombas estratégicamente colocadas bajo las barras de los bares
estar allí sin ser visto sentir su reacción su fuerza
chapotear en su interior - pasatiempo distante de francotirador – como recibir a dios en toda la cara
qué quería con todos esos chutes de odio supongo que
pensar menos y joder más
pero qué engaño

Ismael

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