miércoles, 28 de enero de 2009

XIX. Sángrame, rómpeme, chúpame, y tírame por la ventana ( I ).

Jóvenes, acercaos.

Si quereis sufrir sin dolor, como en las películas,

si os obsesiona despertaros cada mañana con los dientes de arriba pegados a los de abajo con fertilizante,

si no podéis dejar el cuerpo en la sintonía del coma mientras la lengua de vuestra pareja dibuja rastros desconocidos en vuestra ingle,

si la pornografía, como el café de sobre, te ha recordado más al lecho de muerte que a la lozanía de un tronco regado,

si desenrollarte el ombligo ha empezado a suponer un problema, como le sucedió a ése que dijo ‘a mí me da igual dejarlo fuera’ y vino un perro con más ubres que colgajo y tuvo que salir corriendo, con las manos llenas de poemas,

si has leído compilaciones de tantrismo y eso te ha dejado una sonrisa imberbe en las venas,

si te sientes tan solo en el autobús nocturno que piensas que sólo el asesinato te haría dichoso,

si la sola ingestión de una píldora de información subvencionada te hace creer que otro mundo sin violencia es posible mientras te pellizcas el culito con la mano de decir mentiras,

si crees, a menudo, que la tierra debería ser más roja y putrefacta, como el cadáver de Rosa de Luxemburgo,

si en tus sueños recurres a gente conocida, eterna fiesta de despedida en un porche con vistas al final del túnel,

si te sientes bajo por no haber saltado, y de repente saltas y la sensación de que sólo has crecido en estupidez es capaz de derrumbar pisos de protección oficial por gloria telequinésica de quien sólo pudo imaginar un único tipo de miseria,

si lo único que puedes recordar de tu niñez es el callejón en el que jugabas con tus compañeros a clasificar vuestros pitos por tamaño,

si en los últimos carnavales te pusiste dientes de vampiro y, de vuelta a casa, te masturbaste delante de tu pareja mientras ésta fingía interés por el periódico de dos días atrás y lanzaba comentarios desastrosos sobre el futuro mientras tu boca mugrienta de saliva se desvanecía sobre una nueva guerra preventiva,

si eres lo suficientemente tonto como para creer que puedes pasar por la vida sin dominar ni ser dominado,

si te gusta el vacío tanto como el engaño,

no esperes a que termine el día,

mi cuerpo fácilmente intercambiable, más latente que el de ningún otro, generoso como el jugo espasmódico de una orquídea, te espera para quitar las vendas de la justicia,

tú que eres joven, hazte un favor,

sángrame, rómpeme, chúpame y tírame por la ventana.


Ismael.

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