lunes, 12 de enero de 2009

X. "Ricas musulmanas" o "Nunca supe escribir bien".

Perdonadme,
ricas musulmanas con vuestros bolsos de Louis Vuitton.
No tengo palabras para vosotras.
Mi mente se encasquilla con vuestra singularidad
y es imagen muerta,
ilustración razonable de una autopsia.

No se me da bien la poesía.
Es decir; admiro cómo se tuerce vuestra boca al dormir,
cómo os enterráis bajo la seda grosera
en el sopor de la sala de descanso;
pero no dejaría de ser una enumeración.
Todos hablarían de su belleza,
si quisieran.

Hacer poesía no es sólo mirar y dejarse fascinar
por las ricas musulmanas en los aeropuertos internacionales
como heridas negras sin ojo
todo coño de tanto guardarlo.
Hacer poesía es algo más profundo.
Una actitud poética, dicen.
Una actitud política, quizás.

Ojalá fuera poeta por obra y gracia de mi sensibilidad
hacia las ricas musulmanas de senos abundantes
llamando la atención sobre sí mismas en las terminales
turgentes, bellísimas,
como el cadáver del pato ahogado con petróleo.

Tampoco soy diestro en las conclusiones.
Es triste, supongo, darte cuenta
de que lo crees que te hace especial
(entorno los ojos hacia la franja breve de tez morena,
pijas musulmanas tan hermosas y tan muertas)
no te conduce a ningún sitio.
Vuelves a ti mismo, una vez y otra.
Estás solo.

Ismael.

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