lunes, 31 de mayo de 2010

142. La buena genética (cotarros del 1x01 de ‘El gran día de los feos’).



España, 2010.
Director: David Tesouro.
Guión: Nabil Chabaan, David Tesouro, basado en una idea original de Nabil Chabaan.
Intérpretes: Alberto Ferreiro, Emma Hidalgo, Álex Furth, Irene Muñoz, Aloma Romero, Tania Balastegui, Gustavo Galindo, Esteban Álvarez, Jaime Hoyos, Héctor González.



Yo siempre quise ser guapo. No para deleitarme frente al espejo, sino para follar con gente guapa. Cuando vi que aquéllo no era lo mío, me esforcé en ser inteligente. Hoy por hoy, lo más probable es que sea tonto y feo, dos atributos que nunca me habían llamado la atención. ‘El gran día de los feos’, webserie de reciente estreno en la convocatoria de episodios piloto de Nikodemo.tv, resucita el anhelo estético de una generación de mirones, la nuestra, y nos pregunta al oído qué es lo que queremos ser. ¿Guapos e inteligentes, como la mayor parte de la gente feliz? Si tu respuesta es afirmativa, es muy probable que la fórmula preparada por Nabil Chabaan y David Tesouro te explote en la cara y te abra llagas en las mejillas.

La historia transcurre en el futuro, como tantas historias que desean hablar sobre el presente. Una niñata con una diadema divertidísima se abre paso entre los escombros de lo que podría haber sido un núcleo urbano. Uno se pregunta qué motivo la obliga a seguir andando en tacones, teniendo en cuenta que a) todo el que podría llegar a admirarlos está muerto, y b) lo más probable es que ella no tarde en estarlo también. La respuesta a esta duda no tardará en hacerse evidente: la niñata (a partir de ahora, Sheila) es bastante cortita. Tiene veinticinco años y todavía no ha aprobado Historia Universal de Bachillerato (una Historia Universal muy peculiar, eso sí; Napoleón Bonaparte nunca entraría en ella, porque era bajo, feo y narigudo; Paulina Rubio, no obstante, tendría todo un temario para ella sola, y seguramente sería la pregunta a examen más temida en el acceso a la universidad). Por si fuera poco, Sheila también es un poco zorra y traiciona a sus amigas a la primera de cambio. Semejante personaje, escoltado por una colección de pijas, una estrella del techno rayante y moderno y un aparato militar fascista, es la diana a la que van dirigidos todos los dardos del guión de ‘El gran día de los feos’. Nos lo cuentan desde la primera secuencia, cuya estoica recreación de nuestros sueños apocalípticos hace que envidiemos su falta de medios. Está claro que éstos no dificultan en absoluto la lectura del mensaje. Es más, le dan una apariencia artificial que tiene mucho o todo que ver con la historia que se nos cuenta.

Un enano sin nombre, al que espero no tener que verle nunca en una habitación roja, se carga a Sheila. O no. Porque tras su grito de socorro nos vamos a negro, y de ahí al título (magnífico diseño gráfico), y de ahí saltamos en el tiempo y empezamos a ver cómo empezó todo: Sheila, las ruinas, los muertos, el enano y, sobre todo, la diadema. Esa diadema. Ojalá sea fundamental en el devenir de la serie.

Y ahora viene la mejor parte de ‘El gran día de los feos’. Precisamente la parte que peor le funciona a todo el que pretende sacarse un contexto socio-político de la chistera para justificar todas las licencias de su trama de ciencia ficción. Dos locutores de radio dan los buenos días a una civilización de subnormales muy parecida a la nuestra. Ahí está el primer acierto: la cercanía. Para tratarse del año 2056, lo que vemos es muy parecido al Pozuelo que todos queremos y admiramos. Sólo un acertado vestuario que sugiere futurismo sin apenas mostrarlo, y que no dibuja demasiadas pretensiones más allá de la acentuación de un ridículo esnobista. Por ello y por las referencias al ‘Blue Velvet’ lynchiano, esta secuencia es la más precisa y mejor escrita del episodio, y también la que está mejor visualizada. El cuerpo me pedía un número musical, pero entiendo que siete minutos no dan para tanto. Me conformo con las niñas en patines y con la deliciosa arquitectura suburbial.

A todo esto, ya empezamos a saber a qué nos enfrentamos: una sociedad obsesionada con la estética (de nuevo la cercanía), un tal Mijaíl I El Agraciado, al que podemos imaginarnos como un caudillo totalitarista tras la mención a su reinado de veinticinco años, y una tal Belinda Ross, a la postre el personaje que más he echado en falta y al que más deseo seguir. Vale que tenemos un video-clip muy jugoso de la reina del trash-pop, pero es que esta chica es mucho. Exijo un gran futuro para ella.

De la desastrada e incómoda apariencia de Sheila al principio del episodio pasamos a la tumbona, la pamela y el margarita (de un color azul celeste que no había visto nunca; cosas del futurismo). Está claro que para ella y sus amigas Vicky y Macu, que no le van a la zaga en eso del encefalograma plano, el pasado fue una feliz burbuja. De la parte más dialogada del capítulo me quedo con los pequeños detalles, casi todos focalizados en el interesante rol de Macu, mi chica favorita. Ella representa el miedo a no encajar y a ser separada de la escena social a la que desearía pertenecer. Ni Vicky ni Sheila parecen tan vulnerables como para cuestionar su lugar en la cumbre, pero Macu es puro esfuerzo, todo pretensión y victimismo. Soy fan de Macu. En ella se reúnen las contradicciones más notables del capítulo, porque ella es más culpable de la sociedad que habita de lo que Sheila y Vicky nunca podrán ser. Al fin y al cabo, ellas actúan por ignorancia y por instinto; no son capaces de ver más de un mundo. Pero Macu es la impostora, y por ello su personaje ofrece una radiografía más amplia del fascismo estético que le toca vivir. De no ser por ella, Sheila no intentaría ligarse a un joven con estrabismo, y su mención iracunda a ‘los callejones’ donde viven los feos no nos dejaría con la miel en los labios. Los personajes que viven entre dos mundos siempre son los motores de la acción.

De izquierda a derecha, Irene Muñoz (Sheila, magnífica sonrisa),
Tania Balastegui (Macu) y Aloma Romero (Vicky).

En una escena particularmente buena, tanto por los diálogos como por la interpretación de Álex Furth y Héctor González, descubrimos nuevas facetas del mundo que está a punto de ser destruido, en parte gracias a frases tan hilarantes como ‘Esta es una inspección estética rutinaria…’ o ‘Tienes buena genética, muchacho’. El tono de voz y las maneras del inspector nos recuerdan que la psique española ha heredado un paternalismo agresivo de sus años más oscuros, y que éste podría rebrotar en cualquier momento. Mención aparte merece el detalle de las gafas de sol reconvertidas en elemento del crimen, y la estampida de un nutrido grupo de guapos devastados por el germen de la fealdad. Se anuncia una poderosa mala leche en los capítulos venideros.

Quiero ver más (lo repito) a Belinda, al terriblemente reconocible inspector, a Míjail I y a la familia de Macu. Quiero ver un gore más bestia, sin tantas palabras que lo justifiquen. Quiero política y drama. ‘El gran día de los feos’ da para mucho, y si todos los elementos que ahora funcionan con desenfado y humildad son pulidos al máximo, podemos considerar esta webserie como un estupendo ejemplo de lo que Internet puede ofrecer al medio audiovisual (condenado a cambiar sus parámetros de difusión o a morirse del asco).

Amarás a Belinda (Emma Hidalgo) sobre todas las cosas,
porque ella es guapa y tú no.

Busquen, damas y caballeros, ‘I will sing in english’, el temazo de Los Koplovitz que acompaña al lanzamiento de ‘El gran día de los feos’; retengan en su memoria a Emma Hidalgo, una mujer que ha nacido para el papel que interpreta y para muchos más que estarán por venir; mírense en el espejo y odien lo que vean en él reflejado (sin afán de superación no somos nada); y si estas palabras les han hecho descubrir la historia de Nabil Chabaan y David Tesouro, espero que apoyen la continuación de sus tramas. Imagínense lo que podemos aprender (y disfrutar) de un holocausto de guapos…


Sergio. 31/05/10.


4 comentarios:

Unknown dijo...

Anda que se hizo desear tu review! la primera al respecto, por cierto. Me ha hecho mucha ilusión, sobre todo por la lejanía profesional con la que te posicionas respecto a los artífices del cotarro.
Por la forma en que hablas, sin embargo, me corroe una duda: Acaso has visto sólo la versión a concurso, la de 7 minutos?? eso sería un error imperdonable...

Sergio / Ismael dijo...

He visto la versión de 7 minutos que mis fuentes me enviaron. No sé si eso es un error imperdonable, pero la sola idea de que haya por ahí más minutos a los que todavía no he tenido acceso me hace querer prenderle fuego a algo. ¡Maldición!

Sergio

Anónimo dijo...

pero no se lo habías enviado ya? puede ser un error catastrófico!

gracias por tu review Sergio, nos vemos en agosto para cotarrear al máximo!

Nabil

Diego Stabilito dijo...

La versión larga es mil veces mejor...sobre todo en la escena del tiro a la manzana. Un gran trabajo chicos, disfruté de lo lindo en la presentación de Zaragoza, y las palabras de Nabil la verdad es que fueron muy emocionantes para los que creemos en él después de tantos años. Por cierto...su pedo posterior a la fiesta entra dentro del top 5 de pedos mitológicos de Nabil...verle refrotando unos huevos fritos sobre la cara de Aralia no tuvo precio jajajaja. Haría una review del capítulo pero no llegaría ni a la altura de los tobillos de la de Sergio...Ánimo feos!!! yo también soy muy fan de Macu...de hecho me parece una tipa muy atractiva!