lunes, 28 de septiembre de 2009

LXXXVII. Nunca encuentro el momento adecuado para fumar.

Sólo la pared podía ser tan engañosa.
Noche de mar Báltico sin tanta precisión geográfica.
Aquí hace frío, y las piernas de un drogadicto de ojos achinados se deslizan por un barro helado que no existe.

Matemos el ojo del cielo con un cuarto de hora de aburrimiento.
Los cuervos pasan medio día pensando en cómo cazar su lagarto, yo paso medio día viendo los movimientos del cuervo por un lado, por el otro los del lagarto, y luego la soberbia inclinación de costumbre.
Noches deslocalizadas como ésta viajan despacio.

El desagüe del cuarto de baño está atascado con tierra negra.
Es lo que es, que te lo digan las hadas madrinas de los que mienten en inglés.
Un valle más ha quedado dividido en partículas de memoria, todas útiles como conejos.
De momento, veo la historia de la prostituta filósofa en Technicolor, y canto con impermeable el silencio de la noche.


Ismael. 27/09/09.

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