domingo, 6 de febrero de 2011

193. Hoy el tino lo tiene... Violeta Parra.



He tardado mucho en publicar algo sobre esta mujer excepcional. Para muchos no necesitará presentación, pero yo poco conocía sobre ella, y mucho menos sobre su música, sus pinturas, sus tejidos. Algunas de sus canciones más famosas ya las había escuchado en un disco de Mercedes Sosa, y otras, las mejores, esos claroscuros de genio tan arrebatados, los descubrí acá en Chile, donde todos sucumben a mencionar, en mitad de la conversa, algo que ya en su día dijera la Violeta, portavoz indiscutible de su siglo y del pueblo que la vio nacer y morir.

Como ni puedo escribir mucho en este día ni sabría cómo o qué escribir sobre Violeta, lo voy a dejar en una selección personal de temas que a mí, personalmente, me inspiran poderosamente. ‘Volver a los 17’ es una sensible reflexión sobre el amor que yo usaría como contrapunto para alguna escena audiovisual de desgarradora violencia. ‘Maldigo del alto cielo’ es la otra cara de la moneda que Violeta ofrece con ‘Gracias a la vida’ y uno de los cantos más rabiosos que he escuchado nunca junto con ‘Qué he sacado con quererte.’ Posiblemente ese sentir tan desbocado, tan generoso, tan comunitario, es el que la llevó a quitarse la vida. Teorías más melodramáticas apuntan a un mal de amores, pero es más probable que Violeta fuera una víctima de su propia pureza y no de una concreta causa externa.







Mis favoritas son la espléndida sencillez de ‘La jardinera’ y ‘La carta’, que para mí es el ejemplo de canción y el ejemplo de obra de arte inmediata y comprometida con el presente.


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