Miss Kalashnikov: 146. La fiesta azul.

miércoles, 16 de junio de 2010

146. La fiesta azul.

Una de fotos. Michael Hart, el compañero de piso de Penny del que ya os he hablado una y otra vez, y la guapísima Sapna, una buena amiga india que me está enseñando a hacer chapatti. Todos llevamos algo azul para la Blue Party, un evento grotesco en el que no duré ni una hora. Me estaré volviendo mayor. O será que las copas en Melbourne están muy caras.

5 comentarios:

Anónimo dijo...: Estas muy guapo, tengo muchas ganas de verte.

Un besote

Ludy; 18 de junio de 2010, 1:40
Anónimo dijo...: Estás guapísimo!!!Yo también tengo ganas de verte!Ya queda poco....

Un besín!

BARCI; 20 de junio de 2010, 5:53
Anónimo dijo...: Estás guapísimo!!!Que ganas de verte yo también!!

Un besín.

BARCI; 20 de junio de 2010, 5:54
Anónimo dijo...: acabo de ver a antonia dell'atte y de recordar su hit frustrado: yo trabajo, yo trabajo/para telefisión, parra telefisión; 20 de junio de 2010, 18:46
Sergio / Ismael dijo...: Me encanta que te hayas imaginado tan bien el acento de la Dell'atte. En ese hit también había grandes ventiladores que inflaban su pelo y su vestido minúsculo.

Qué canción tan mariquita.; 21 de junio de 2010, 23:10

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Quién escribe esto y por qué

Sergio se ocupa de un hemisferio, e Ismael del otro. Son la misma persona, en esencia, pero cada ocho años uno le gana las elecciones al otro y de ahí la ilusión de dos entes independientes. Pero ya sabemos que no hay nada separado de nada. Sobre esto, sobre un proyecto televisivo enfocado a hablar de nuestras "separaciones" y de nuestro tránsito violento por este mundo, y sobre el trabajo que cuesta asumir que todo cambia y que todo se transforma... Así pretende ser la cuarta temporada de "Miss Kalashnikov", reformulada y desnudada para los clímax y anti-clímax que corren. Compartan, contribuyan y disfruten.

Acciones que merecen la pena

Cantar y bailar, sobre todo delante de quien no se lo espera; comer y cagar; cuestionar a los Reyes de España y a los Reyes Magos y a algún que otro señorito con tierras y a nuestro amigo del alma y hasta a la madre que nos parió; sentarnos delante de alguien con quien nos resulte muy difícil comunicarnos, y decirle, Oye, Mira, Esto y Esto otro, y así uno debería alcanzar algo parecido a la felicidad, tal vez; jugar; hurgarse; pensar y registrar pensamientos, pero como acto de amor y de entrega; destruir, también como acto de amor y de entrega; dejar de ser bueno o malo; ejercitar el cuerpo; pasear por el bosque y quedarse a dormir en él, sobre todo cuando los ciervos berreen; cultivar lo que debamos consumir y reponer aquello que hemos tomado, de una forma u otra; y si hay que caer, pues se cae, sin aspavientos, como hombres y mujeres libres.

No necesitamos...

Valores añadidos a las cosas, como las monedas o el papel-dinero; que instituciones muertas y tubos de escape nos digan lo que debemos hacer; palabras, sobre todo las que no sirven para nada, empezando por éstas mismas; relaciones de dependencia que surgen a imitación de conceptos de clase y jerarquías de poder; familias que retribuyan afecto como las empresas líderes en su sector escupirían un salario mínimo; imágenes prefabricadas, hipervínculos y redes sociales; los aleluyas hipócritas del Estado del Bienestar; el arte; la eyaculación diaria; la palmadita en la espalda; todo aquello que nos dé la impresión de que la vida nos debe algo.

Necesitamos...

Respirar y alimentarnos; ensuciarnos las manos y preservar un surco de actividad en la palma o en el dorso o en las uñas, un recordatorio gozoso de nuestro paso por este lado del espejo; sembrar y cosechar de acuerdo a los ciclos naturales y no a los imperativos financieros; beber mucha agua; aprovechar bien las ocasiones puntuales que nos brinde la vida de entablar una relación saludable con todo aquello que no podemos ver, lo que para algunos será algo parecido al rezo y para otros al sueño y para la mayoría al delirio o al éxtasis; amar y educar, acaso la misma cosa, y sin duda la tarea más difícil y específica del ser humano; aprender; descansar; escuchar el sonido de lo que se va y de lo que permanece.