martes, 16 de febrero de 2010

120. The caterpillar dreaming.



La serpiente del arco iris creó Australia en la época del sueño. Los Ancestros despertaron (curiosa idea, despertar cuando se está soñando) y cantaron todas las cosas del mundo. La creación es música, es una canción que la población aborígen ha heredado de sus Ancestros, y respetar su letra, ritmo y silencios es conservar lo que se ha creado (la tierra, los arroyos, las nubes). Un tabú imperdonable sería errar el canto, es decir, des-crear lo creado. Bruce Chatwin habla de todo esto en “The songlines”, un libro de viajes centrado en la cultura aborígen y su peculiar cartografía del espacio en el que viven. Ahora entiendo que un “walkabout” no es tanto un viaje iniciático de supervivencia, sino una exploración musical de la tierra que el aborígen ha heredado. Cantando va encontrando su camino por el desierto, la montaña, la costa. Identifica las cosas que canta y con ello reafirma la creación, y se reafirma a sí mismo.

Esta es la historia ilustrada de mi primera incursión en tierra aborígen, que culminó en uno de los muchísimos lugares sagrados que salpican esta isla. Cada uno de ellos es un sueño, ya que su creación se remite a esa época mitológica. Por toda Australia hay sueños del canguro, sueños de la avispa, sueños del emu, y también sueños de la oruga. Un ejemplo de éste último encabeza el post y a él nos encaminamos a través de imágenes.



“On the wallaby”, el albergue de mochileros donde habito, fue nuestro punto de partida. Un día como otro cualquiera me levanté a la hora decente de las seis de la mañana para barrer suelos y limpiar letrinas. Al poco me iría a levantar muros de cemento a casa de John Chambers, pero Matt me hizo una oferta que no podía rechazar: subir en su Land Rover a Cape Tribulation, uno de los pocos lugares del planeta donde el bosque tropical se precipita sobre el mar.


Los personajes:

Sergio, con su lungi.
Ismael. Es invisible, pero está.
Franka. Una alemana en busca de un contacto con la tierra. En realidad, buscaba un contacto con casi todo. No le cuesta demasiado encontrarlo.
Sandra. La novia holandesa de Matt.



Y Matt, del que me estoy haciendo muy coleguita. Tiene muchos tics de guía turístico, pero es un magnífico contador de historias y un hombre harto habilidoso. Él y Kate (en la foto de abajo) están haciendo de mí un hombre. Empecé enfrentándome a mi trauma infantil con las bicicletas y ahora Kate lo ha llevado un paso más allá al dejarme conducir su coche en las orillas del lago Tinaroo (se me dan mejor las marchas que el volante, ¿cómo se entiende eso?).


Unos breves apuntes sobre lo que se extiende al norte de Cairns.





Las playas son de una belleza inaudita, pero no te puedes bañar en sus aguas por culpa de los cucudrulus, las medusas y, en algún caso muy aislado, los tiburones. Así que no dan mucho de sí. En sitios como Port Douglas, pueblo ficticio creado por un tal Christopher Skase (del que se rumorea que fingió su muerte en Mallorca para no tener que pagar sus deudas con las empresas constructoras), el turismo de resort alcanza unas cotas ridículas. No deja de ser un mal menor en una línea de costa que apenas está edificada. Todavía.

Después de Port Douglas viene Mossman, peaje necesario para conseguir combustible y comida, y acto seguido uno empieza a penetrar en el misterioso Daintree, que alberga casi un sesenta y cinco por ciento de las especies autóctonas de Oz en una superficie realmente pequeña. Todo se vuelve psicotrópico en este sitio. Cape Tribulation ni siquiera es un pueblo en sí mismo, sino un reducto de las comunas hippies más liberales de su época, como la mítica Grand Family, a la que pertenecía mi jefe. La gente que vive en Cape Trib es muy extraña, vive en casas abiertas a la naturaleza, literalmente enterradas entre los arbustos, y toma LSD casi a diario. Cuando Matt nos hizo un paseo nocturno para ver serpientes y vegetación raruna, aquello se volvió el país de las maravillas de Alicia, o, sin ir más lejos, el Oz de Dorothy, con esos hierbajos de tamaño prehistórico y esos colores pegajosos y exultantes.






La carretera de asfalto desaparece en Cape Trib para dar paso a los caminos de grava de Cape York, la punta de Australia, ocupada casi exclusivamente por población aborígen. Allí es donde nos desviamos.






Nuestro destino final era la casa de C.J., un amigo de Matt que vive en las montañas de Daintree – Cape York. Hay que ser un hombre de amplios recursos para vivir en semejante aislamiento. La recompensa a tanto esfuerzo es obvia: cielo y tierra en su apogeo. Tuve una visión de futuro al acampar en el jardín de CJ. Pero no es prudente hablar de eso todavía.



El dingo de CJ. Nada amigable. Por eso es un dingo.



Al día siguiente empezamos a rastrear los dreamings, lugares a los que muy rara vez se tiene acceso. Conexiones mágicas de tierra y agua, roca y árbol.









Viendo que mis fotos de animalillos no tienen aceptación popular (y eso que ya he visto canguros, cassowaries, serpientes y arañas aterrospantosas), y dado que Lauralee no se deja fotografiar, tendré que obsequiaros, damas y caballeros, con Franka, una chiquilla muy hermosa, muy poser, muy obvia. Señor X, espero un comentario a este respecto.






CJ nos abría el paso por unas laderas escarpadas que no han visto a gente en mucho, mucho tiempo. Ninguno de nosotros, ni siquiera Matt, sabía adónde se nos estaba llevando.





“The caterpillar dreaming”, creado por la serpiente del arco iris a su paso por la tierra ancestral, es un sinuoso desfilar de rocas magnéticas surcadas por agua verdosa y rodeadas de una sensualidad difícil de categorizar. La serpiente dio nombre a la oruga cantándola, y CJ cantó a la oruga sobre sus mismos lomos.







Para mí es difícil permanecer en el presente (parte de mis problemas tienen que ver con eso; habito, por normal general, el pasado y el futuro, pero casi nunca el aquí y el ahora). Estar a lomos de la oruga fue un reto. Me sentí extrañamente querido al comprometerme únicamente con el momento presente. Sin pensar en lo que escribiría después, o en cómo lo comunicaría cuando estuviera en un lugar menos exigente, tal vez incluso menos fugaz (en apariencia). Estar allí fue como comprender a las niñas desaparecidas de “Picnic en Hanging Rock”. Fue como ser besado por música.






CJ vive de la magia, y tiene amistad con chamanes y espíritus, además de un largo historial de viajes astrales. Fue amenazado por un ente que los aborígenes no se atreven a pronunciar, un bone pointer, capaz de causarte la muerte sin que tu organismo denote ninguna irregularidad. Uno puede llegar a ser un bone pointer si se deja instruir por el lado oscuro. Que te lo creas o no, eso es lo de menos.

Su esposa es de raza blanca, se llama Helen, y es mucho más accesible que él. La encontré terriblemente simpática. Habla en voz baja, con vigor y humildad, atenta a los oídos del bosque. Tanto ella como CJ toman una hojita de gotu kola al día, una hierba medicinal algo ensombrecida por el ginseng. Li Chung Yun la tomaba a diario y vivió doscientos cincuenta y seis años.




Con un marisco en la boca me despido. Espero que hayáis disfrutado del viaje. Salud.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola serge, te hare un comentario por que me lo pides jejeje, mira voy a serte sincero, si quieres que lea los post, y me interese por lo que haces(que claro que me interesa) procura no poner fotos de las susodicha Franka, cuando la describes en la presentacion del post, y al verla no me cabe duda que no tendra ningun tipo de problema en encontrar un contacto ni con la tierra, ni con otra cosa jajajaja.

Hombre la chica es poser del todo, y esas fotos corriendo son muy book, pero la pava esta bien buena. Y a dia de hoy viviendo en cascantes y totalmente embrutecido por el pueblo, te odio cabron. jajjaja.


Cuidate mucho y te respondere en breve al mail tio. un beso, y otro a franka jajajaja

Anónimo dijo...

Me encanta tu viaje, el lugar idilico, aunque a mi ya sabes que las fotos de animales si me gustan. Un besote y cuidate.

Ludy

Unknown dijo...

Bien hecho, Sergio. Eso es un buen primer paso para hacerte rico con el blog: Darle al público lo que el público quiere. A partir de ahora, cuando hables de Lauralee yo en mi cabeza le pondré la cara (y el cuerpo) de doña Franka Potente. Es más, cada vez que hables de cualquier mujer le pondré la cara y el cuerpo de Franka. Puede que incluso te ponga a tí el cuerpo y la cara de Franka. abrazos